lunes, 18 de marzo de 2013

Esquí de Travesía: Subida a Seegrube

Ya está comenzando a deshelar en el Tirol. Las dos estaciones más cercanas a Innsbruck, Nordkette y Patscherkoffel empiezan a estar ya bastante secas de nieve, por lo que pronto tocará empezar a ir a estaciones más altas. Por ese motivo el Domingo decidí volver a Nordkette, donde hice esquí de montaña la última vez, porque ya si no subía hasta Seegrube no tendría más oportunidad. 

Seegrube es la primera estación del telecabina. Lugar de encuentro de turistas y esquiadores, y donde se encuentra el iglú pub. 




Así pues cogí los esquís, me calcé las botas y no me olvidé de las pieles de foca, como me pasó el sábado. Los detalles de cómo se llega hasta el punto de partida están en mi anterior post. Esta vez, nada más llegar me encontré con un panorama algo desolador. Estaba casi todo bastante seco. Tuve que andar casi unos veinte minutos antes de poder ponerme los esquí, y aún ahí las condiciones no eran especialmente buenas. 



El caminito estaba plagado de piedras, con zonas enteras sin nieve que me obligaron a quitarme los esquís unas cuantas veces. El principio se hizo un poco penoso, la verdad, pero como era consciente de que era mi última oportunidad de subir seguí para adelante. Imaginaba, también, que la cosa mejoraría rápido, pero no era del todo cierto. Mejorar, mejoró, pero tardó bastante. De hecho la pala que la semana anterior me costó tanto ahora tenía esta pinta. 


Ni que decir tiene que ahora no había casi nadie bajando por ella. Sólo una persona la bajó en el tiempo que estuve yo subiendo, que fue bastante. Básicamente había dos caminitos a los lados, pero las condiciones cambiaban mucho, y en dos ocasiones tuve que cambiar de izquierda a derecha y al revés. Por otro lado la nieve estaba bastante dura. Aunque el tiempo ya es más cálido soplaba mucho viento (el famoso Föhn) y eso había endurecido bastante la nieve. Entonces me di cuenta de que o llegaba hasta Seegrube, y bajaba en el telecabina, o me iba a tocar bajar por ahí, lo que seguro que me haría quitarme los esquís un buen rato. Así que ya no había marcha atrás y tocaba continuar subiendo hasta el final. 

Después de un par de horas llegué al punto donde el camino se separa hacia Höttinger Alm o Seegrube. Allí la cosa mejoró considerablemente. 



Esa zona, al estar más protegida del viento tenía la nieve algo más blanda, al menos por el "arcén" del camino. También había mucha menos pendiente, por lo que la subida fue más agradable. Sin embargo, se empezaba a notar el cansancio. En menos de una hora enlacé con la intersección que aparece en el mapa entre las pistas 9 y 2. Allí habían puesto un cartel desanimando a la gente a bajar. 



En ese punto ya me di cuenta definitivamente de que tenía que llegar arriba a tiempo de coger el telecabina. Sólo me había encontrado una persona que bajara mientras yo subía, durante más de dos horas, así que si bajaba lo haría solo. Bajar por una pista cerrada, con la nieve dura y solo no es especialmente prudente, así que era mejor terminar y bajar. Por suerte había salido con tiempo de sobra, y aún quedaban unas tres horas para que saliera el último remonte, y no me quedaba más de una hora y media. También al poco de seguir subiendo vi algo que me dio ánimo y tentación al mismo tiempo. 



El telesilla que sube por la pista 7. Si me veía apurado siempre podía cogerlo y llegar así hasta Seegrube, aunque si no me veía era una tentación bastante grande de no terminar la subida. Entonces la cosa empeoró un poco, el caminito cambió a una pista más ancha, pero también con más pendiente y la nieve más dura. 




Ahí había algunos caminos que se metían entre los árboles. Los fui siguiendo, ya que quitaban bastante pendiente y la nieve estaba más blanda. Me vinieron muy bien para evitar resbalones. Entonces ya empezaba a hacer bastante frío, y el viento era un poco insoportable. La nieve estaba más dura, no sé si por la altitud o por el frío, pero no podía encarar de frente casi ninguna pendiente. Había otro camino marcado por esquís que también quitaba pendiente, pero se alejaba del destino. Decidí no seguirlo y fue una buena opción, ya que desde más arriba pude ver que se dirigía a una pequeña cabaña. 




No se aprecia bien en la foto, pero las marcas de los esquís van siguiendo la cresta. Yo seguí mi camino hacia arriba, y de ahí al telesilla ya fue poco. Entonces empezó lo bueno. La pista 7, con Seegrube como destino. 



Ahí ya había algún esquiador que otro, aunque no muchos. La combinación pendiente-dureza ya era muy dura. Tuve que ir haciendo zetas todo el rato, y aún así a veces pillaba alguna zona más dura y resbalaba, bajando unos cuantos metros. Practique mucho los giros que me enseñó mi amigo Yamil, para cambiar el sentido sin tener que encarar la pared, pero aún así en más de uno me resbalé. Ni siquiera de lado conseguía clavar los esquís lo suficiente para tener estabilidad. Por suerte, me conozco la estación, y sabía que la pista 6 del mapa tiene mucha menos pendiente, así que no hay que subirlo todo de frente. Es una suerte, porque la pista después se pone peor y es imposible subir por ahí. Así pues decidí tomar una medida desesperada, me fui hacia uno de los lados de la pista y me quité los esquís. Incluso sin los esquís la nieve estaba tan dura que costaba, pero clavando la punta conseguí llegar hasta donde se encuentran las pistas y me los calcé de nuevo. 

De allí para arriba ya no costó tanto, sólo estaba reventado. Finalmente, llegué a Seegrube con bastante margen con respecto al telecabina, por lo que me dio tiempo de tomarme una cerveza para rehidratarme y todo. He de decir que me vi tentado a bajar por donde había subido, pero lo pensé bien y no me pareció prudente, sobre todo porque no había nadie e ir solo es demasiado peligroso. 

En total, 6.9 kilómetros, 1188 metros de desnivel y 4:23 horas. Todo eso y el placer de subir con los esquís la primera montaña del Tirol a la que le eché el ojo la primera vez que vine por aquí.












domingo, 24 de febrero de 2013

Esquí de travesía: Höttinger Alm

Sin duda el esquí es el deporte estrella del Tirol. En concreto el esquí de travesía es muy accesible, y se practica en todos lados. Un ejemplo es la cordillera, Nordkette, que está en el mismo Innsbruck. Allí hay una estación de esquí, e innumerables caminos que uso en verano para la bicicleta de montaña. Los mismos caminos, y la estación de esquí, se convierten en verano en un sitio perfecto para hacer esquí de travesía con mínimos riesgos de avalancha. Así, incluso uno solo puede echar un buen rato sin preocuparse demasiado por la seguridad. 

A la cordillera se llega en un autobús de línea (el J), o en un tren de cremallera que sale del centro (de el palacio de congresos). Está, como digo, muy accesible. El punto estándar de salida se llama Hüngerburg. 



Ver mapa más grande


Allí fui el sábado pasado. Mi ruta empezó en Hungerburg, y fui hasta un refugio, Höttinger Alm, donde en verano puede uno comer algo y tomarse una buena cerveza. En invierno está cerrado, por desgracia. La ruta empieza a dos minutos de dónde se baja uno del autobús, detrás de donde sale el telecabina a la estación, y casi todo va dentro de las pistas. La gente ahí suele ser bastante cuidadosa cuando va bajando, por lo que la probabilidad de que se choquen contigo es bastante baja, aún así siempre hay que tener cuidado, y no ir por el centro de la pista. 

Yo empecé sobre las 11 de la mañana, y hay tiempo de sobra. Lo bueno es que no hay que andar casi nada. Poco después de bajar le calzas las pieles de foca a los esquí y ya no se lo quitas hasta que terminas. La mayoría del camino, como ya he dicho, va por las pistas, pero el paraje es una pasada. 




En esa foto se pueden ver las marcas a la izquierda que iban dejando otros esquiadores de travesía que iban antes que yo. La mayor parte es así, un caminito estrecho, sin demasiada pendiente rodeado de árboles. Al principio la subida es bastante gustosa, sin demasiados problemas. Incluso, llegué a superar a una pareja que iban más lentos que yo, cosa impensable en el Tirol. En algunos momentos los árboles abrían y se podía ver Innsbruck. 




El paraje es precioso. Después de una hora esquiando, más o menos, comenzó una pala con mucha más pendiente. Justo antes me encontré con un cartel que marcaba otro camino. 





El de la izquierda casi ni se veía. Me asomé y el caminito era algo tal que así. 




Un sendero vete tú a saber dónde. Si hubiera ido acompañado quizás nos habríamos aventurado a la bajada, pero solo me dio bastante respeto, porque se puede perder en cualquier momento. 

El clima no paró de cambiar en toda la mañana. No hacía mucho frío, pero el sol aparecía y desaparecía, y la temperatura cambiaba. Casi todo el tiempo fue en camiseta (térmica), pero a veces tenía que ponerme la chaqueta. Todo cambió en la pala más pronunciada, donde me sobró chaqueta, camiseta y todo. Por supuesto por la pala también bajaba gente, así que hay que ir por el lateral, eso sí, es mucho más ancha que el resto. Por suerte no es tan pronunciada como para tener que hacer zetas, porque no se puede. 




Esa pala me llevó casi una hora, y tenía que parar cada dos por tres. Además, los árboles estaban bastante nevados, como se ve en las fotos, y con el sol de vez en cuando se les caía la nieve, lo que me daba una "agradable" ducha. La pareja que había adelantado previamente aprovechó para pasarme, dejando lo que me quedaba de autoestima por los suelos. En cualquier caso el Tirol no es buen sitio para alimentar la autoestima montañera, y ya está uno acostumbrado. 

El final de la subida viene marcado por una señal. Todo está muy bien señalizado en esta zona. 




Así que ya se sale uno de la pista para poder ir al refugio. De seguir dentro, hacia el Este, se sigue hasta Seegrube, que es dónde para el telecabina. De eso hablaré otro día, cuando lo haga. Entonces la pista cambia a un pequeño camino, bastante disfrutón y sencillito. Enseguida, se puede ver el refugio a lo lejos. 




El caminito ya apenas tiene pendiente, pero no es del todo fácil, en algunos sitios se han formado bañeritas que requieren un poco de habilidad. Por un momento pensé en quitarme los esquís, pero por suerte el sitio tiene muy poca exposición, y aunque te caigas es difícil resbalar por el valle. Incluso aunque se resbale, el valle tiene muy poca pendiente. 




Tampoco resultó tan complicado al final, y sólo comí un poco de nieve. De ahí hasta el final ya era todo bastante sencillo. El refugio, como ya he dicho, estaba cerrado, pero es un lugar agradable donde descansar un rato y comer algo. 




La vuelta es mucho más sencilla. El caminito viene a ser igual, con lo que hay que plantearse si quitar o no las pieles de foca. Yo decidí no quitárselas, porque si no estaría quitándome y poniéndome los esquís todo el rato. Quizás les he quitado tiempo de vida, pero me he ahorrado un buen rato de andar con los esquís al hombro. Ahora sí, al llegar de nuevo a la señal no hay duda, es todo cuesta abajo. Lo que costó un par de horas subir se baja en menos de 20 minutos. La vida del esquiador de montaña es así de ingrata. 

En total (ida y vuelta) son algo más de 8 kilómetros, y el desnivel es de 915 metros. Aquí se puede ver un mapa de la ruta. 



Y aquí el perfil de alturas, todo vía endomondo. 





Y eso es todo. Una ruta sencilla, segura y divertida. Para mí el objetivo del esquí de montaña es, sobre todo, ir a dónde no puedes ir de otra manera, pero siempre es bueno tener opciones más sencillas para cuando estas solo y no quiere emberenjenarte demasiado.